Popayán Z. Capítulo 2 Estela y Pablo

 

 



Estela

Hola me llamo Estela, tengo veinte años y bueno antes de todo esto estaba en la discoteca porque era el cumpleaños de una amiga, esa tarde me arregle como si el mundo se fuera a acabar y esa fuera la última rumba que me fuera a pegar. Literal, no pensé que fuera así y de hecho esperaba que mi madre no me diera permiso para escaparme, pero me lo dio y se despidió como si nunca nos fuéramos a volver a ver, muy a pesar de que mi padre se resistía a dejarme salir. Soy prácticamente la niña de la casa y me sobreprotegen demasiado.

La cuestión es que desde que llegamos a la disco, se me olvido que existía el mundo, vaya cosita la rumba estaba buenísima con decirte que, prácticamente, no había por donde pasar y había unos pelaos, que no es por ser grosera pero ya que ¿no? Yo hubiera hecho una orgia con ellos, vuelvo y reitero si hubiera sabido que el mundo se iba a acabar y lo digo porque me lo propusieron cuando me vieron bailar sola, agitándome como un árbol bajo la melodía de la guaracha, moviendo mi monumental cintura y haciendo que mi cabello, mi hermoso cabello negro liso diera vueltas y vueltas, atrapando mas de una mirada.  Atrapando la mirada del novio de mi peor enemiga, que al descuido de ella se me acerco y nos vacilamos, ese imbécil besa más rico y gracias a él es que estoy contando el cuento ahora, pues resulta que bajo las luces de colores y los efectos del alcohol me confeso que me amaba, que siempre lo había hecho y que esa noche había terminado con la que era su novia, que ya no soportaba verme y no tenerme, que se había cansado de fingir sus sentimientos y que si yo le daba una oportunidad él no me fallaría y yo toda poseída por el trago le dije que sí, una por que él mansito me trama y la otra porque moría por ver la cara de pendeja que pondría su ex.

-          Bebe – le dije poniendo mis labios sobre su oído – vos a mí también me encantas, pero yo no quiero que esto solo sea de una noche y ya.

-          Eso no va pasar, mi amor – me dijo agarrándome la cintura y dándome un beso – vos sabes como soy yo. Yo soy un men serio y yo cuando digo las cosas no las digo por decirlas.

-          Yo no sé nada bebe, la gente cambia – le dije como si hubiera pasado mucho tiempo sin vernos y la verdad solo había pasado un año, pues yo era amiga de el en Medellín y pues mis padres se trasladaron a esta ciudad y hace tres meses él se trasladó también por que entro a trabajar como médico en un hospital por allá por el occidente y le pregunte – o ¡no? 

-          No mi reina, yo sigo siendo el mismo y con vos sería mucho mejor – me susurro al oído y se distancio un poco para que yo le viera esa hermosa sonrisa que tiene, luego volvió a cercarse y me dijo – yo a usted la quiero mucho, con usted me veo de viejitos malcriando a nuestros nietos. Deme esa oportunidad ¿sí?

-          Va pa esa pues – le respondí dándole un beso en la mejilla y sonó la guaracha llamada “bailar contigo” de Monsieur Periné eso fue épico, romántico, como de cuentas de hadas las luces se intensificaron más y yo aferrándome a su cuello celebraba que nos habíamos cuadrado allí y grité - ¡NOVIO MIO!

Mis amigas que desde lejos me estaban observando levantaban las copas de licor a mi nombre, felicitándome por quitarle el novio a la hija de puta esa que estaba haciendo un escándalo afuera de la disco y por el cual mandaron a llamar a Pablito y al que yo acompañe para presenciar la derrota de la tipeja esa, pero ya no había espectáculo solo un montón de sangre regada y mucha gente corriendo de un lado para otro.

- ¿Qué pasa? –pregunte mirando a Pablito

- No lo sé, pero nada de esto se ve bien – me respondió tomando mi mano y llevándome a su auto – tenemos que irnos de aquí,

- Y ¿mis amigas?, no puedo dejarlas solas – le dije mientras recordaba que ellas, desde que nos conocimos, siempre habían estado conmigo en las buenas y en las malas.

- No creo que sea pertinente devolvernos – me dijo al tiempo que la música se apagaba.

- Tienes razón. Las voy a llamar. – dije mientras revisaba mi celular, ya no había señal y le pregunté – ¿tienes señal?

Claro está que me respondió que no y las personas comenzaron a salir como un trueno de la disco y detrás de ellas mucha gente llena de sangre, entonces salió Pamela y detrás ella venia persiguiéndola Ana, mi amiga me vio y corrió hacia mi diciendo que nos subiéramos al auto; le hicimos caso sin saber por qué y al entrar ella cerró la puerta con seguro.

-          ¿Qué te pasa? – le reclame por no dejar entrar a Ana.

-          Ella ya no es Ana y vámonos antes de que nos alcance – respondió agitada mirando detrás del auto.

-            ¿Qué pasa? – volví a preguntar mientras Pablo encendía el vehículo – son nuestras amigas.

-          ¡TUS AMIGAS YA ESTAN MUERTAS! – me grito desesperada – allá adentro Patricia salió ensangrentada del baño y se le tiro encima a Ana, mordiéndole y arrancándole parte del cuello y luego se fue detrás de alguien más, Ana no tardó mucho en reaccionar e ir detrás de otra persona a la que se le comió la nariz y al llamarla se me vino encima y tuve que salir corriendo.


-          Esto tiene que ver con el nuevo virus que llego – interrumpió Pablo mirando su celular.

-          ¿Qué quieres decir? – le pregunte

-          El virus muto, el virus por el cual nos mantuvimos en cuarentena hasta hace poco y al que supuestamente le habían encontrado un antídoto “muto” – dijo muy seguro de lo que decía – era algo predecible.

Quedamos en silencio no dijimos nada, solo veíamos la vía al frente de nosotros, llena de caos, autos explotando, gente corriendo, cuerpos en el suelo y de pronto Pablo dijo que nos venían persiguiendo y se desvió para poder escapar, pero no pudimos, de hecho, detrás de nosotros aparecieron dos autos más y comenzaron a golpearnos, queriéndonos hacer parar a la fuerza y así fue, prácticamente pablo perdió el control y nos fuimos por una zanja donde Pamela, que no llevaba el cinturón de seguridad, salió por una ventana y nosotros caímos al precipicio. Los segundos se convirtieron en horas, quede abrumada, desorientada, si no es Pablo que reacciona ligero y me ayuda a salir yo creo que me muero ahí. Pablito me llevo de rastras hasta una hojarasca o algo así, la verdad no recuerdo porque todo estaba oscuro lo que si recuerdo es que a lo lejos vi a mi amiga levantarse y le dispararon en la cabeza y luego bajaron a donde estábamos nosotros y el auto exploto matando a dos de ellos a los que luego les dispararon también. Pablo me cerro la boca porque casi grito y luego cuando vimos que no había nadie, salimos a una calle completamente rodeada de esas cosas que al vernos se vinieron detrás de nosotros y justo allí cuando pensábamos que no íbamos a poder escapar un carro abrió las puertas y sin tener otra opción nos metimos y hasta el momento no sabemos quiénes son, ni para que estamos aquí, ni para que nos ayudaron. 

Pablo

La verdad no sé qué rayos está pasando, en los pasillos del hospital escuche a un doctor que tiene contactos en otros países decir que el virus había mutado haciendo que las personas, apenas murieran reaccionaran casi de manera inmediata en animales con un insaciable apetito, pero ¿Quién creería eso? Lo pase por alto, parecían como si hablaran de una película y olvidándome del tema invite a mi ex a bailar y siendo sinceros nunca pensé encontrarme con Estela, ella es la mujer perfecta, la mujer de mis sueños, mi primer amor. Esa noche terminé con mi ex por la simple razón de que ya no me la aguantaba y tampoco podía ser infeliz a lado de alguien que no amaba, decidí ser feliz y arriesgarme a confesarle mis sentimientos a la persona que realmente quiero y eso es todo lo que tengo que decir, me imagino que el resto Estela se los debió contar, salimos de la disco, nos persiguieron, caímos a un precipicio y prácticamente luego nos secuestraron.

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