El autojusticiero parte 1. Muerte de Esteban

La verdad es que todos merecían morir de la peor forma y no me arrepiento  de decirlo, al contrario lo disfruto, por que se aprovechaban de inocentes, eran unos criminales de la vida misma. Yo nos los mate por matar, yo los mate por justicia.
Mi primer víctima  se llamaba Esteban, un timador, dueño de lo ajeno, alguien que disfrutaba revelando los secretos de las personas, acabando con sus vidas. Lo conocí  por una aplicación de encuentros sexuales y fui a su habitación cuando más sólo me sentía y se aprovechó de eso; con el tiempo me di cuenta que había gravado nuestro encuentro y lo había subido a la red  exponiendome,  pues oculto su rostro más no el mío y fui perseguido  por  miles de comentarios que en su mayoría  eran destructivos, haciendo que no pudiera salir a la  callé  ¿cómo no me di  cuenta que me había gravado? Aveces pecamos de ingenuos con las personas que parecen no matar una mosca. Me encerre y no quería volver a salir, no sabía que  hacer y para rematar no había utilizado protección. Pasaron dos meses y al fin sentí que el mundo había olvidado aquello, así que fui al hospital y me hice los exámenes para descartar alguna ETS, por fortuna aquellos salieron bien y yo era libre en ese aspecto, aunque por dentro ardía, mi cuerpo quería explotar; lo quería volver a  ver para enfrentarlo y preguntarle por que había hecho de mi vida un infierno, pero sabía que no accederia a verme, así que cree un perfil falso y lo contacte, nos citamos en un pequeño bosque a las afueras de la ciudad, lo convencí de tener sexo en la montaña.
Yo llegué de primero para esperarlo escondido, él llegó en su moto y al bajarse moviendo su trasero operado con sus piernas delgadas camino hasta un árbol y orino, entonces aproveché y le pinche las dos llantas.
- ¡Hola Esteban! - lo salude haciendo  que volteara a mirarme asustado - por un momento pensé que no llegarías.
- ¿Qué haces aquí? - me pregunto paralizado, estaba aterrado.
-¿qué hago aquí?- lo mire fijamente inyectandole el odio que sentía, pues en esos dos meses muchas personas me escribieron  todo lo que ese sujeto les había hecho, por ejemplo a un tal Estiven lo había robado en su propia  casa; a un tal Gabriel, como hizo conmigo, lo dejo al ojo del público revelando que tenía VIH y dejándolo completamente sólo -quiero saber por qué me hiciste eso ¿Qué te hice yo?
- no te voy a responder - dijo con cierto orgullo, aunque su cuerpo temblaba - pero anímate eres famoso, se notó que lo disfrutaste.
-¡miserable! - exclame apretando la navaja que tenía en el bolsillo derecho del pantalón - mereces morir.
- Tal vez pero no será hoy - dijo mientras corría hacia la moto, trato de encenderla pero no lo logró -¡DIABLOS! - exclamó mientras yo me acercaba lentamente y antes de que pudiera lanzarse a correr le clave la navaja en su pierna izquierda - ¿QUÉ HACES? - grito de dolor.
- Ese dolor no es nada comparado con lo que me hiciste  sentir - le dije mientras lo veía arrastrarse por la hojarasca.
-¡por favor no me hagas nada! - suplicó
- Sabes, siempre me pregunté  si tu trasero era natural y hoy parece que lo sabré -  clave mi navaja en su nalga derecha, expulsando una sustancia transparente.
-¡YA BASTA! - grito desesperado - no sabía lo que hacía.
-¿qué no sabías lo que hacías? - pregunté repugdiandolo más - ¿cómo a los demás chicos que le arruinaste la vida?
-¡Perdóname por favor! - volvió a suplicar - déjame ir que me estoy desangrando. Te juró  que no le diré a nadie sobre esto.
- Eres patético - le dije mientras lo patie en el rostro y luego en el abdomen - Eres un malparido que no merece vivir.
- ¡por favor no me mates! - lloró - ¡por favor déjame ir!
 - Esta bien te dejaré ir - conteste a sus súplicas mientras sonreía como su hubiera logrado mi más grande objetivo - pero para siempre, por eso mataré muy lentamente.
La verdad es que nunca pensé en matarlo, pero viendo la situación no pude contenerme, quería sacar todo lo malo que sentía, toda la rabia que me invadía y sentí tranquilidad cuando clave la navaja en sus brazos cortandole las  venas, lo vi desangrarse hasta morir mientras pedia ayuda.
Lo maté a sangre fría y no me arrepiento le hice un favor a este mundo por que la justicia en este país no hace nada contra esos bandidos que se aprovechan de la vulnerabilidad de la gente; lo enterre a la orilla de un rio, mismo donde arroje su moto. Fue mi primer asesinato y nadie se dio cuenta y nadie se preocupó por él, nadie se pregunto  donde estaba y apuesto que si no lo digo no se enterarian.

Tal vez todo lo que hacía lo hacía por llamar la atención, tal vez detrás de aquello había una historia pero no la quise averiguar y consideró que fue lo mejor. No los juzgó si creen que estoy demente la verdad poco me interesa, lo maté  y lo disfruté y aunque pensé que sería la primera y última vez no lo fue,  aquel sólo fue el primero de muchos que se venían, por las injusticias que tuve que soportar. Soy mi propio justiciero, él que matará  sin sentir remordimiento.

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